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ROSARIO: Drogas sintéticas, autos importados, departamentos de lujo y una elite que que se divierte



La megafiesta electrónica que se desarrolló este fin de semana en Rosario volvió a poner en foco el negocio millonario de las drogas sintéticas. El miércoles detuvieron en un lujoso edificio de Rosario a un "dealer". Por qué crece el consumo de cristal, el estupefaciente que hizo famoso la serie Breaking Bad.

La imagen más conocida que tiene como eje la venta de drogas en Rosario gira en torno a la violencia y los territorios atravesados por la marginalidad. El búnker es el lugar por donde gira el negocio criminal. Pero hay otros negocios en torno al narcotráfico que nada tienen que ver con ese paisaje urbano y esos protagonistas. La venta de drogas sintéticas que se consumen en las fiestas electrónicas atrae a una tribu urbana distinta, de una clase social alejada de la marginalidad, que usa esos estupefacientes como parte de una diversión desenfrenada, que en ocasiones termina de manera trágica, como los casos de Time Warp, en Buenos Aires, y de Arroyo Seco.


También la distribución de este tipo de drogas es distinta. Los pedidos se hacen a través de aplicaciones de mensajería encriptadas y la entrega muchas veces es con deliverys o en las propias fiestas. El consumo está direccionado a una fecha en particular: cuando se realiza un show. Es en ese momento cuando la venta de drogas sintéticas estalla. Y esto ocurrió durante esta semana, porque este sábado y domingo se lleva adelante una megafiesta en el hipódromo de Rosario, donde actuó el famoso DJ británico –naturalizado canadiense- Richie Hawtin.


Los investigadores saben que cuando se acerca un show, la venta de drogas sintéticas empieza a crecer de manera vertiginosa. Y así ocurrió. Por eso siguieron los movimientos en uno de los lugares más caros de Rosario, como son las torres Maui, en el corazón de Puerto Norte. Allí vive Alejo Marban López, un joven de 24 años, que increíblemente sin un trabajo formal y siendo monotributista se mueve en un BMW, ocupa un departamento con vista al río y planea abrir un bar en el barrio La Florida, el norte de Rosario.

La prefectura allanó el departamento de este muchacho el miércoles pasado, cuando el ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, estaba en Rosario, algo que no pareció una casualidad. Los prefectos se encontraron con todo un arsenal de drogas sintéticas que se presume que este joven vende y provee a otros dealers en las fiestas electrónicas. El propio sobrenombre de Marban López lo expuso ante los investigadores. Se hace llamar “Che Rolita”. En la jerga se denomina “rolita” a las pastillas. Y Marban tenía muchas: la Prefectura secuestró un stock de 2.860 pastillas de éxtasis, un bidón de ketamina de cinco litros, ocho frascos de popper, 104 gramos de tusi. Esta última sustancia es conocida como “cocaína rosa”. A diferencia de la cocaína común, tusi es una droga que no solo es estimulante, sino que también induce a alucinaciones visuales y auditivas. Es de alto riesgo para la salud, como todas las sustancias prohibidas.

Junto a “Che Rolita” fueron detenidas dos mujeres y otro joven. Todos los detenidos fueron indagados por el juez federal Carlos Vera Barros durante la mañana del viernes, horas antes del partido entre Argentina y Holanda. Los acusados seguirán detenidos hasta que dentro de diez días el magistrado resuelva su situación procesal, informaron fuentes judiciales a Aire de Santa Fe.

El mercado de las drogas sintéticas es mucho más grande de lo que se piensa. Se cree que como apunta a un mercado focalizado y de elite es un negocio marginal, pero el alto valor de estas drogas convierte a estos emprendimientos criminales en algo muy rentable, con una particularidad: a diferencia de la distribución de drogas ordinaria, es un ambiente desmarcado de la violencia, donde el intercambio de dinero por drogas sintéticas fluye en cierta armonía. Al negocio no entran eslabones del mercado tradicional de drogas, donde los tiros y los muertos demarcan la agenda.


La violencia que supura del negocio de las ventas de drogas clásicas, como cocaína y marihuana, deja a un lado el problema del consumo de otras sustancias, incluso más dañinas e intensas, como las sintéticas, que parecen “permitidas”, salvo cuando ocurre algo trágico como fue el caso de Time Warp en 2016, una fiesta electrónica en Capital Federal donde murieron cinco personas intoxicadas.

Como consecuencia de los controles que se empezaron a hacer en Buenos Aires después de esta intoxicación trágica, comenzaron a organizarse megafiestas en otras provincias, como Santa Fe. Durante el fin de año de 2016 se realizó una fiesta de música electrónica en el predio del boliche Punta Stage, en Arroyo Seco. Hubo venta de estupefacientes, estampidas y la capacidad del lugar estaba colapsada. Murieron Guiliana Maldovan, una rosarina de 20 años, y Lucas Liberatore, de 33, oriundo de San Nicolás, ambos por consumo de droga sintética que se vendía en el lugar. Muy pocas veces las investigaciones sobre narcotráfico posan la lupa sobre los proveedores de este negocio millonario, que al tener bajo perfil pasa desapercibido.

En febrero pasado, un policía de Santa Fe fue detenido por la supuesta venta de drogas sintéticas por delivery, que se suelen consumir en fiestas de música electrónica. El efectivo no usaba eufemismos cuando llamaba “falopita” a los estupefacientes que vendía y acopiaba en su propia casa y la de su pareja.

Como Marban López, el policía que se desempeña en la comisaría 2ª de la localidad de Cañada de Gómez vendía éxtasis, cristal y otras sustancias en Rosario, a una clientela supuestamente vinculada a las fiestas electrónicas. A través de escuchas telefónicas, el fiscal federal Carlos Arzubi Calvo logró profundizar cómo funcionaba el negocio de este dealer que se desempeña en la fuerza provincial.


De acuerdo a la investigación, el suboficial, que realizaba entrenamientos de fisiculturismo, vendía éxtasis, LCD y metanfetaminas. Estas sustancias las distribuía bajo la modalidad de delivery en la zona céntrica de Rosario. En la casa de su novia “Gaby”, el policía también acopiaba estas sustancias sintéticas. Ese domicilio de calle Güemes al 2000, en pleno centro de Rosario, fue allanado y se secuestraron drogas de diseño como también en la residencia de Nicolás B.


En Santa Fe crece el consumo de cristal, la droga sintética que se hizo conocida por la serie Breaking Bad


Aunque no hay estadísticas oficiales recientes sobre consumos problemáticos, la última es de 2017, los analistas coinciden en que las drogas sintéticas van en aumento. Están fuera del mercado de la violencia, por lo que ese rasgo las deja también fuera de los radares del Estado. Una de las drogas sintéticas que más creció es la metanfetamina, conocida como cristal, entre jóvenes de 25 a 35 o 40 años. Es el estupefaciente que se hizo conocido con la serie de Netflix Breaking Bad.

“Lo que queda claro en este tipo de casos es que cuando aparece en la geografía del narcotráfico algo que no es común, el Estado está desorientado. No sabe cómo reaccionar. Aflora la desinversión en recursos para estudiar el fenómeno del narcotráfico y las nuevas sustancias que aparecen”, afirmó el abogado Mariano Donzelli, quien fue secretario de Narcotráfico de la Sedronar, y es el auto del libro “Estupefacientes y precursores químicos”.

Donzelli señala que “no hay organismos especializados, que trabajen por fuera de la coyuntura. Hoy no se conoce qué contienen las drogas que se venden y se consumen en las calles de las principales ciudades. Eso es un problema porque el Estado está a ciegas”.

El abogado ensayó que “la química avanza a mayor velocidad que el derecho”. Y recuerda en el libro que un informe de Procunar señala que en el mundo se crean dos drogas nuevas por día. “El Estado va siempre detrás. Cuando se pone el ojo en un tipo de sustancia ya se creó otra que no está en los listados y no se conoce”, señala el especialista.

El abogado aclara también que en la justicia federal hay un alto grado de desconocimiento de las nuevas sustancias, a pesar de que desde los organismos estatales se ha tratado de capacitar a los magistrados para que puedan estar al frente de estas investigaciones más complejas con mayores herramientas técnicas. “Se persigue lo que se conoce”, apunta.

Sin embargo, Donzelli aclara que “enfocar solamente la mirada en la droga no resuelve el problema de fondo. Es necesario poner el ojo en las organizaciones criminales. Por ejemplo, si no existiera la cocaína, los Monos seguramente se dedicarían a otro tipo de delito, como la trata de personas”.


FUENTE: Germán de Los Santos - Aire de Santa Fe

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