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Clima tenso en la Dirección de Bomberos ante la negativa del director en pasar a retiro


Todo policía sabe que a partir de su ingreso a la fuerza, a los treinta años debe pasar a retiro, sin embargo, a veces hay cierto apego a permanecer en determinados lugares por cuestiones más personales que profesionales.

La ley vigente ya establece en que forma debe efectivizarse el proceso de dejar el servicio efectivo en la institución para pasar al retiro; sin embargo, hay cierta reticencia a realizarlo particularmente cuando algunos oficiales superiores se encuentran en determinados cargos y ostentando una determinada jerarquía.


La semana pasada se conoció el pedido de retiro de la Directora General Carina Degra, quien esta en los albores de cumplir 31 años de servicio; y hasta aquí no se ha conocido ninguna otra solicitud.


El caso Lastorta que fastidia a algunos


Hay una situación particular, y es la del Director General Andres Lastorta, jefe de bomberos, quien a poco de entrar en el año 34 de sus servicios no desearía irse aun de la institución, con lo cual genera cierto malestar entre sus pares bomberos que desean acceder a cargos que hoy están obturados por el propio oficial superior.


Lastorta, según nos comentan, alude que el se queda por pedido del gobierno, de los empresarios, de la policía, poco más hasta que mencione a el Vaticano; lo cierto es que de esta manera, egoísta, y hasta inmoral no permite la llegada de otros oficiales a conducir la dirección.


En algún momento ensayo una excusa que hasta casi lo incrimina, "lo que pasa que los que vienen atrás no están preparados aun"; con lo cual cabe la pregunta, si no están preparados, de quién es la responsabilidad. Del otro lado niegan que no haya profesionalismo, "lo que no hay es buena voluntad de dejarnos crecer y llegar", sostienen.


Algunos van más allá, y en una entrevista reservada para este medio, dicen que "al jefe se le subió el poder a la cabeza"; "ya es hora que se vaya, no lo estoy echando, pero si la carrera es de treinta años, y ya te quedas para el año treinta y cuatro, que nos deja a nosotros como conductores, nada". Reflexionó un bombero.


Un oficial jefe, bastante ofuscado sin inmutarse soltó, "el tuvo la suerte de ganarse una jerarquía sin concursar, se la dieron desde el escritorio, nosotros tenemos que remar escalón por escalón, si el no se va, no tenemos cupo posible". Este comisario se refería al ascenso extraordinario que Andres Lastorta, junto a otros oficiales y suboficiales obtuvo por su labor en la explosión de gas en un edificio de calle Salta 2141 de la ciudad de Rosario en el año 2013.


El general Lastorta, más allá de un caso paradigmático, es también el reflejo de muchos otros, que siendo más jóvenes han tenido enojos con esos comisarios que parecían atornillados a un sillón, sin importarle los de abajo; hoy pareciera haber perdido la memoria y se comporta con una actitud muy reprochable.

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